Espero que no me matéis por hacer un relato tan largo para el blog, pero hacía tiempo que quería escribir algo aquí y no se me ocurría el qué.
No puedo ver nada con tanta luz. Me tapo la cara con las manos e intento recordar dónde estoy. Parece la luz del día, pero no recuerdo haber salido. Mis ojos comienzan a responder de nuevo. Lo veo todo azul, pero parece que estoy en la ladera de un pequeño monte.
Es realmente precioso. Tiene un tapiz verde que le rodea hasta un poco antes del pico, donde la tierra roja es la única capaz de mantener el equilibrio sobre tal desnivel.
-"Me recuerda al fondo del iPhone" - pienso - "Huele a malta".
¡El iPhone! Seguro que con él puedo ver qué sitio es este. Lo busco, está en el bolsillo de siempre. No tiene cobertura, y encima dice que es el año 2000.
-"Vaya mierder movilestar"
Empiezo a caminar como un idiota, apuntando a la estratosfera con el teléfono, como si intentase disparar contra algo o estuviese cambiando de canal. Nada.
Aparto la vista del móvil. Algo raro pasa. De pronto tengo ante mí una explanada, con el mismo tapiz de pasto, pero completamente plana.
Muy rico. Cojo carrerilla y me lanzo en plancha. La hierba es húmeda y me deslizo muy satisfactoriamente. Me parto la caja. Hago una ágil maniobra para incorporarme y le veo.
-¿Santi?
Y asiente. Entonces caigo en la cuenta. Debe ser un jodido sueño. Santi se fue hace casi dos años, para no volver. Fue mi segundo padre, y estuvo presente en algunos de los momentos más importantes de mi adolescencia. Fue mi guía hasta que por dejadez me olvidé de estar lo necesario con él. Cuando murió hacía muchos meses que no le veía. Se lo debo.
-Vale, dime qué quieres que haga... - le digo mirando al suelo y en voz baja.
-Vas a hacer varias torres, con los materiales que encuentres. Después decidiremos cuál es la mejor.
-De acuerdo - le indico, como si algo me dijese que no necesito saber nada más.
Me coloco al principio de la explanada. Viéndola desde aquí tiene la misma forma que una pista de despegue. Afino la vista, pero no consigo ver el final.
Comienzo a mirar alrededor. Vaya, de pronto tengo detrás de mí un montón de ramas de árbol. Las hay de todas las formas y grosores. Empecemos.
Coloco las ramas como buenamente puedo, pero el hecho que sean disformes no es precisamente de ayuda. Si al menos pudiese unirlas de alguna forma...
Se derrumba cuando apenas se alzaba por encima de mi cabeza.
-"Vaya ojete de torre amigo", parece decirme mi cabeza.
Comienzo a rehacerla, pero Santi me detiene.
-Se ha derrumbado, empieza otra un poco más allá - me dice, con un gesto serio.
Le hago caso. Me desplazo un poco y ahora me doy cuenta de que un poco más lejos del montón de ramas hay algunas cuerdas de cáñamo. Pienso que soy un monguer.
Así que empiezo de nuevo. Ahora puedo poner ramas más cómodamente. Y a pesar de que las cuerdas están algo más lejos que el montón arbóreo, merece la pena por la estabilidad que estoy consiguiendo.
Pasa un buen rato. Tengo ya una torre de varias veces mi altura. Sin embargo, la estructura parece tambalearse más y más con el progreso vertical. Pongo la última rama, la ato firmemente, y decido bajar.
-Voy a dejar esta y empiezo otra, Santi.- Le digo, sabiendo que lleva observándome todo el tiempo.
Me contesta con un simple "es tu decisión".
Comienzo el descenso, y la torre empieza a moverse muy turbiamente. Intento bajar más rápido pero tropiezo.
-¡No!
Es tarde, caigo desde varios metros e impacto contra el suelo de forma violenta. Duele...
Pero no ha terminado, oigo un gran estruendo sobre mí. La torre ha comenzado a desprenderse y se me cae encima. Algunas ramas bastante grandes me golpean, sepultándome sin posibilidad de evitarlo.
Intento salir del amasijo de astillas. Me duele todo el cuerpo, pero parece que no me he roto nada. Consigo ver la luz y aparto las ramas como puedo hasta conseguir salir. Parece que solo tengo algunos raspones y magulladuras. Nada grave.
Me pongo serio. Ya llevo dos derrumbes, y eso que ésta última no tenía tan mala pinta. Pongo mi cara de concentración y me dirijo un poco más lejos para construir una nueva.
Ésta vez voy a alejarme un poco más, a ver si encuentro algo mejor para construir. ¡Bingo! Tras varios metros encuentro un martillo, clavos y una sierra. Pero no me detengo, ya que veo que algo más allá hay un buen montón de vigas de madera, bien apiladitas.
-Así sí muchacho - me digo, sonriendo.
La tercera torre progresa rápidamente. La base es sólida, y planeo que alcanzará una excelente altura. Realmente disfruto construyéndola. Es un placer ver cómo cada vez me alejo más del suelo, y aún así estoy perfectamente estable en la cima de la torre. Incluso me quedo durmiendo allí al llegar la noche.
Varios días después me encuentro trabajando en el piso 16, y me doy cuenta de que está anocheciendo. Me meto en mi caja de dormir, que me hice para descansar mejor hace unos días. Se me ocurre una idea al tumbarme:
-¿Y si la convierto en una mecedora?
Qué gran idea, pero ya es de noche y acercarse a por una viga de madera tan lejos, darle forma sólo con la sierra y clavarla convenientemente a la caja no parece algo sencillo ni rápido. Iré a por una rama, que están cerquita.
Cojo un par de ramas largas y convadas. Las clavo a la caja y ¡voila! ya tengo una estupenda mecedora. Ahora sí podré estar más cómodo.
Me despierto por la mañana en mi caja bamboleante, y decido ponerme a trabajar de nuevo. Cojo mis cosas y me preparo, como siempre, para ir a por vigas de madera. Es un camino algo largo, pero estoy empezando a aprender a disfrutarlo. De hecho me encanta echar la vista atrás y ver mi torre desde la distancia.
-Esta torre es un cremor. Es un pedazo de cremor. Cremísima...- Digo casi siempre al verla desde tan lejos.
Bajo de la torre y la oigo crujir. Cosas de la madera, supongo. Al llegar abajo emprendo el camino hacia las vigas de madera. Es un buen trecho, pero al llegar siempre tengo esa satisfacción. Me doy la vuelta y me preparo para contemplarla. Ahí está. Empiezo a decir:
-Esta torre es un cremor. Es un pedazo de cremor. Crem...
Algo pasa. La torre se inclina por un lateral y empieza a ladearse peligrosamente. Corro hacia ella con todas mis fuerzas.
-¡No me jodas, no me jodas!
Sólo puedo verla caer. Se desploma mientras me acerco, exhausto de tanta carrera. Me agacho para recobrar el aliento y me pregunto "¿por qué?".
Al coger uno de los despojos veo el problema.
-Termitas hijas de puta.
Seguramente las ramas que utilicé anoche para la mecedora estaban llenas de bichos comemadera. Maldita sea.
Se me quitan absolutamente las ganas de hacer ninguna torre más. Estoy harto. Se lo digo a Santi.
-Está bien, te haré un regalo, - asevera, con una media sonrisa - mira allí.
Miro. De pronto, donde debería empezar mi cuarta torre, han aparecido un montón de pirámides, como de un metro de altas. Desde aquí parecen de metal.
-¿Cuántas pirámides hay?- pregunto.
-Las que quieras - contesta Santi.
-Pues cojonudo.
Las pirámides son lo mejor. Las coloco formando estructuras y me divierto como un enano. Incluso hacen que olvide mi fracaso con las vigas de madera. La estabilidad es excelente, ya que son de metal ligero.
O al menos eso parece, ya que desde hace unos días noto un extraño olor que creo proviene de las propias pirámides. "Qué raro" pienso, "me recuerda al olor del... ¡bah! serán cosas mías".
La torre progresa bien, tiene buena pinta y quizá algún día supere a la de madera. Es excelente y agradezco todos los días el regalo a Santi. Y así pasarían algunas semanas.
Un día algo me estropea la siesta, hace mucho calor, pero no es eso lo que me ha despertado. Es ese maldito olor, que se ha convertido en impenetrable y es imposible descansar así. Me doy cuenta de que estoy inclinado hacia los pies. La torre está doblada, y sé perfectamente por qué.
Toco con el dedo una de las puntas de las pirámides, están blandas, cubiertas por un envoltorio de tinte metálico. Hundo más el dedo y me lo chupo.
-Chocolate... si ya olía a eso - pienso.
Bajo resignado, surfeando una montaña de tabletas milka deshechas.
-Muy gracioso - le digo a Santi al llegar abajo.
Él se ríe y me indica con la cabeza la siguiente posición para construir otra torre.
-¿Esto no va a acabar nunca verdad? - sollozo, resignado.
-A llorar a casa, nenaza - dice, con razón.
Me vuelvo a cuadrar, concentrándome, dándome fuerzas a mí mismo. Pienso "se va a cagar este", y al colocarme en la posición aparecen ante mí ni más ni menos que cientos de palets llenos de vigas de acero, un taladro y una remachadora de metal, con sus remaches, claro.
Y vuelvo a sonreír. Intento recordar la estructura de la Torre Eiffel y me dispongo a utilizar el mismo método de unión para mi propia estructura. Esta sí parece la forma correcta de hacer las cosas.
Tras varias horas ya tengo varios metros construidos. La forma de la torre se asemeja más a una lata de sardinas que a la torre de París, pero la estabilidad está asegurada ahora y cuando sea mucho más alta.
Es ese momento Santi me grita desde abajo:
-¡Se terminó el tiempo!
-¿Tiempo, había tiempo? - le contesto.
-Claro, ya es hoy. Mira tu telefonito.
En efecto, miro el móvil y es Lunes 25 de Mayo de 2009, son las 9:34 y faltan dos minutos para que suene mi despertador.
Me bajo y nos alejamos juntos para tener una mejor perspectiva de mi trabajo. Vemos las cinco torres, o lo que queda de ellas.
-¿Y bien Ángel, cuál es la mejor?- me pregunta.
-La última supongo, es la que mejor pinta tiene.
-Pero aún no está terminada, y puede que nunca lo esté - me responde.
-Ya, pero es en la que mejor y más seriamente he trabajado desde el principio - contesto, convencido.
-Y el resto, ¿por qué crees que han fracasado? - dice, poniéndome a prueba.
-Bueno, -recuerdo- la primera apenas sabía a dónde quería llegar con aquellas ramas tan deformes y sin tener nada con qué unirlas. La segunda la construí algo mejor, pero intenté hacerla demasiado alta. La tercera fue en la que más tiempo trabajé, pero por comodidad, por no acercarme a por mejores materiales, le provoqué una debilidad que no había tenido en cuenta. La cuarta... la cuarta fue una broma tuya, cabrón.
Santi se ríe a carcajadas.
-Pero admite que olía raro - contesta de forma burlona.
-Sí, a chocolate - digo sin reprimir una sonrisa.
-Y encima eran pirámides, ¿no te pareció muy extraño?
-La verdad es que sí. Tú ganas - digo, resignado.
-¿Y la quinta? - continúa.
-Bueno, en la quinta he estado trabajando menos, pero me ha hecho realmente feliz ver que no tiene nada que ver con ninguna que haya construido antes, y además es realmente interesante descubrir nuevos materiales y formas de construcción...
-No hay quien te aguante cuando hablas - interrumpe Santi.
Gruño.
-Ahora, - continúa- ¿entiendes qué es todo esto?
-Un poco sí. Creo que la explanada es mi vida, y las torres son los acontecimientos más importantes de ella, en los que más he participado y que más marca han dejado en mis recuerdos, supongo. La torre 5 es mi última época, mi vida hoy.
-Estás fatal de la puta cabeza - contesta Santi- encima es tarde, mira qué hora es.
Miro el móvil justo en el momento en que pasa de las 9:35 a las 9:36. Oigo un "clack" y empieza a sonar el despertador. Ya estoy en casa.
8 comentarios:
incredible fruter, estoy aqui escuchando musica funky psicodelica flipando y partiéndome el culo, este tipo de historia es algo que tenía originalmente pensado para el blog, pero supongo que se me cayó esa torre en algún momento, porque la empecé a construir solo, pero se unieron unos cuantos a mi, con lo que la obra se hace un poco distinta a lo que planeaba en un principio, verdad? En cuanto tenga tiempo me animaré a escribir un relato yo tambien, espero que pueda ser del mismo calibre que esta. Era como estar dentro del Mundo Xfera durante un rato xDDD
es un cremor. Es un pedazo de cremor. Cremísima... LOL
Fruta´s own Goo World!
muy muy rico escrito tio, tiene clase ^^
estaria bien q nos lanzasemos a escribir uno todos, aunq sea uno al mes, molaria
De puta madre fruta, me ha gustado mucho, en serio. Muy jefe. Ademas esos toques de informalidad (y que solo nosotros podriamos interpretar) la parten mazo :D
No se me olvidará nunca cuando me dijiste lo que te tatuarías (creo que aquel cambio de sentido algo tiene que ver con el escenario de esta historia) y eso es digno, joder!
Me hizo ser consciente de lo que teniamos, de lo que tenemos, de lo que representa este blog: Indapark.
Good "Job" ^^
eh!! estais comentando informacion clasificada, q es esto¿? xD
GJ Fructis!
Muy buena iniciativa. aver si nos animamos a colgar algo tb.
Me ha encantado, Fruits, muy grande. Me encantan las historias sencillas en lenguaje pero profundas en significado.
Deberías leer alguna historia corta -si no lo has hecho ya- de Ray Bradbury. Tiene un libro llamado "Las doradas manzanas del Sol" cuyas historias me han recordado a esta.
Grandísimo job ;)
Loco frutas estas mu loco!!!
Jajaja pero la historia es cojonuda xD
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